Necesidades de aire comprimido en la empresa

compresor silencioso

Cuando pensamos en compresores de aire nos viene a la cabeza una máquina bastante ruidosa, aparatosa, sucia e incluso peligrosa. Todo ello puede ser verdad o no, según el aparato en cuestión, su mantenimiento y sus sistemas de seguridad.

Los compresores de aire son máquinas que dependiendo de su potencia y capacidad pueden valer algunos pocos € hasta cientos de miles. Todos tienen en común un depósito donde se almacena el aire comprimido por el motor, y este último puede ser de un funcionamiento distintos según su tecnología. Los más habituales y económicos son compresores de aire de pistón, para usos más profesionales o industriales existen los scroll y de tornillo.

Los compresores, como toda máquina mecánica, requiere de cierta lubricación para su correcto funcionamiento. Para ello lo más habitual es que el compresor lleve en su interior aceite lubricante, aunque existen alternativas conocidos como compresores freeoil que no requieren de un lubricante y que están fabricados con piezas que pueden prescindir de él.

Las ventajas de los compresores libres de aceite son principalmente la producción de aire comprimido exento de contaminantes por culpa del lubricante. Su mayor desventaja es la necesidad de un mantenimiento mucho mayor, ya que el desgaste de ciertas partes es superior al no estar lubricado.

Dentro de la gama de compresores de pistón sin aceite o secos, encontramos los llamados compresores silenciosos, que además de no tener lubricante por sus características técnicas ofrece niveles de ruido mucho más bajos de la media. Los motores silenciosos de estos compresores ofrecen niveles de ruido por debajo de los 70dB, cuando un compresor convencional alcanza los 92dB.

Este tipo de motor habitualmente tiene una configuración de doble pistón contrapuestos, un nivel bajo de revoluciones, juntas de pistón de teflón o similar y un sistema de rodamientos sellados que evitan que el lubricante accede a la cámara de compresión.